El valor de un compuesto químico

Un compuesto químico: pastillitas de la felicidad.[/caption]  

El valor de un compuesto químico…

Este es un texto recién salidito del horno. 

Lo escribí por petición de un buen amigo (saluditos), quien hace tiempo padeció trastorno de ansiedad, del cual se recuperó gracias a terapia  y al uso de medicamentos de prescripción. Quien me conoce sabrá que a mí en lo personal nunca jamás me funcionó nada de eso. Desde los 13 años yendo con psicólogos con mi letrero de \”Niña Problema\” en la frente, y desde los 20 con psiquiatras por iniciativa propia. Sólo con una doctora me sentí lo suficientemente a gusto para seguir yendo e intentando diversos medicamentos que a mi juicio no sirvieron de nada contra una recalcitrante distimia (depresión mayor) que tuve desde tiempos prehistóricos. Bla bla. Recurrí a eventos y cuestiones poco ortodoxas que al menos ayudaron a distraerme un poco y aprender a disfrutar de la vida, pero tal y como le comenté a mi amigo: lo único que realmente me ha servido es el amor de mi esposo, y punto.

Y el amor de mi hija, bueno: ni se diga.

Aunque esa haya sido mi experiencia, he de decir que cada quien vive su vida y lo que a uno le funciona maravillosamente a otros no les hace ni cosquillas, y viceversa. Así que comparto aquí este texto a la espera de que tal vez pudiera servirle al menos a una sola persona en el universo.
 

El valor de un compuesto químico

 

Basado en la experiencia de mi amigo Sergio R.
No tendría que haber vergüenza en ponerse de pie y admitir si se ha padecido una enfermedad o trastorno mental. Pocos se atreven por el estigma, por miedo a ser señalados y reducir sus experiencias a una etiqueta psiquiátrica. Es distinto con los alcohólicos y adictos a drogas en proceso de remisión. La recuperación exige transmitir el mensaje, ir a reuniones para hablar y escuchar las diferencias y similitudes. \”Me llamo tal, y soy alcohólico\” es una frase que se dice millones de veces a diario en los recintos de Doble A alrededor del mundo. En cambio son pocas las personas comunes, que no sean parte de la vida pública, que se atreven a levantar la mano para decir: Soy bipolar. Sufro distimia. Me diagnosticaron Border. ¿Y qué hay sobre la ansiedad, un padecimiento que es compañero secundario de los arriba mencionados? La ansiedad per se, la ansiedad como un cuadro clínico, que no permite pasar un día sin llevarse la mano al pecho, con miedo a que el corazón estalle en un ataque de pánico. La ansiedad de salir a la calle, causada por el estrés posterior a un evento -digamos, después de aquel fatídico once de septiembre-, o por un desbalance neuroquímico, tal vez un cambio en la dieta que bajó los niveles de serotonina en el cerebro. No ha pasado de moda el decir que uno va a terapia, como si fuera el equivalente a ir al gimnasio a ejercitar el cuerpo. Terapia Gestalt, Constelaciones Familiares, Psicoanálisis Freudiano y todas sus variantes… Pero nunca, jamás ha estado \”de moda\” decir: me recetaron tal medicamento para vencer un mal anímico que me acongojaba. ¿Por qué uno sí presume cuántas cajetillas se fumó, cuántas cervezas bebió al hilo para pasarla \”bien\” en una fiesta o concierto? No sé quién sería capaz de decir: Traigo encima media diazepam para controlar el cotidiano estrés laboral. O un: Me recetaron medio Sinogan para vencer mis delirantes alucinaciones. No debiera haber pena en admitir que se venció un problema gracias a un medicamento. ¿Por qué no darle crédito, por qué no agradecer al compuesto químico que fue capaz de permitirnos respirar tranquilos una vez más? No sólo admitir, sino proclamar -con orgullo, ¿por qué no?-: Sí, tomo amitriptilina según me indicó la doctora, y ahora soy capaz de salir a la calle sin temor alguno. Sí, la consumí durante algún tiempo, el necesario para no tener miedo a los lugares abiertos, y hoy puedo subirme a mi moto y conducir al lugar que yo quiera… ¿Por qué no recorrer en ella el continente americano y decirle a quienes hoy padecen agorafobia: Sí, es posible salir del infierno mental y volver a ser libre? Porque esta es mi historia, porque sé lo que se siente, y que sí es posible vivir otra vez.]]>

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